Siempre os he comentado que soy mucho más urbana que campestre pero reconozco que de vez en cuando me gusta cambiar el asfalto por la montaña y respirar aire puro, así que este puente aprovechamos para hacer una ruta. La subida fue muy dura con caída incluida y magulladuras en las piernas pero después de llegar a la cima y disfrutar de las vistas te das cuenta que todo esfuerzo tiene su recompensa y que merece la pena luchar incluso cuando ya estas agotado por conseguir tus objetivos. Después de conseguir nuestra meta y reposar, la bajada se hizo mucho más llevadera. Os recomiendo que si tenéis la oportunidad de escaparos a la montaña no la dejéis escapar, es un cargador de pilas natural :) ¿Que tal vuestro puente?
Del look poco que decir esta vez, como imagináis lo que importaba era ir cómoda para poder llevar a cabo la travesía.
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